El coronavirus ha golpeado en serio el mundo del deporte. Cuando se pensaba que no iba a tener mayores implicaciones, las diferentes medidas de emergencia en el mundo obligaron a suspender decenas de eventos sin discriminar relevancia o aglomeración de público. Es tan grave el tema que, parece inminente el aplazamiento de los Juegos Olímpicos Tokio 2020.
Además de las justas orbitales, otro de los eventos que también se vio damnificado fue el Giro de Italia, una de las tres grandes carreras del ciclismo de ruta internacional que se vio obligada a suspender su actividad y tiene un futuro incierto, al igual que muchas carreras del World Tour que estaban programadas para estos meses en el viejo continente.
Otra de las actividades trascendentales, ya en el verano, que también sería víctima de la pandemia es el Tour de Francia (además de la Copa América y Eurocopa de fútbol). La carrera considerada como el tercer evento deportivo más importante del mundo está presupuestada para empezar un mes antes de las justas olímpicas y, aunque la UCI no se ha pronunciado al respecto, parece inminente su afectación.
Toda esta incertidumbre, además de afectar gravemente el factor económico, los calendarios deportivos y tener a los fanáticos a la expectativa; va de frente también contra los protagonistas; en este caso los ciclistas que ya tenían una temporada presupuestada para afrontar el World Tour y ahora están a la deriva. Muchos de ellos están encerrados en la casa intentando entrenar y mantener su forma física, pero las competencias no serán las mismas, si es que se dan.
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